La falta de oportunidades laborales y educativas mantiene a muchos jóvenes peruanos sin estudiar ni trabajar. La pandemia agravó esta crisis que afecta especialmente a las mujeres y amenaza con perpetuar ciclos de pobreza intergeneracional.
Un millón y medio de jóvenes peruanos viven en el limbo: ni estudian ni trabajan. Son los llamados «ninis», y representan el 18,2% de la población juvenil del país, según el último reporte 2024 de la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho), hecha por el INEI. El fantasma de la inactividad restringe sus posibilidades, limitando sus oportunidades de desarrollo y dejando una marca profunda en sus proyectos de vida.
La pandemia agudizó esta realidad. De acuerdo a un estudio del Instituto de Economía y Desarrollo Empresarial (IEDEP) de la Cámara de Comercio de Lima, en 2019 se registraron 1.3 millones de jóvenes «ninis», cifra que se disparó a 2.5 millones durante el confinamiento en 2020. Aunque en 2023 el número descendió a 1.6 millones, esto representa 300,000 jóvenes más en comparación con el período prepandemia. A pesar de los esfuerzos por reactivar la economía, el mercado laboral peruano no ha logrado absorber a esta creciente fuerza juvenil.
Esta situación deja a una generación atrapada entre la falta de acceso a educación superior, la escasez de empleos formales y la precariedad laboral. Este ciclo de exclusión demanda acciones urgentes para evitar que siga perpetuándose.
Haciendo un mayor análisis en la capital, se observa que Lima Metropolitana refleja y hasta intensifica la problemática de los “ninis” en el país. Según la Red de Observatorios Socioeconómicos Laborales (OSEL), el 19,5% de los jóvenes limeños entre 15 y 29 años – aproximadamente 514 mil – se encuentran en situación de inactividad. Esta cifra, superior al promedio nacional, evidencia que ni siquiera la capital, con su mayor dinamismo económico, escapa a esta crisis.
El perfil de estos jóvenes revela las profundas desigualdades que atraviesa nuestra sociedad. Las mujeres representan el 60,7% de esta población inactiva, lo que subraya la persistencia de barreras de género en el acceso a oportunidades. Por otro lado, la distribución por edades muestra una concentración preocupante en los grupos de 20 a 24 años (37,3%) y 25 a 29 años (34,9%), etapas críticas para el desarrollo profesional.
Además, resulta particularmente alarmante que el 67,7% de estos jóvenes solo haya completado la secundaria, una limitación que reduce drásticamente sus posibilidades de acceder a empleos de calidad o continuar con estudios superiores. En esta línea, los obstáculos son especialmente severos para las mujeres jóvenes, quienes enfrentan desafíos adicionales como la maternidad temprana y las responsabilidades de cuidado familiar.
Sin acceso a guarderías ni redes de apoyo adecuadas, muchas se ven forzadas a postergar indefinidamente sus aspiraciones educativas y laborales, alimentando un ciclo de precariedad que se transmite entre generaciones.
El fenómeno de los “ninis” no solo limita las oportunidades individuales, sino que también tiene implicaciones de largo alcance para el país. Al no acceder a formación ni a experiencia laboral, los jóvenes reducen su capacidad de generar ingresos y, en consecuencia, de aportar al desarrollo económico.
Los especialistas coinciden en que fortalecer la educación técnica y la vinculación laboral es clave para revertir la situación de los “nini” en el país. En este sentido, SENATI ofrece carreras de corta duración e intensa formación práctica, cubriendo áreas de alta demanda en la industria. Un modelo que se basa en la colaboración con empresas, garantizando que los egresados adquieran las competencias específicas que el mercado requiere.
De acuerdo con sus directivos, la formación técnica debe entenderse de manera integral, fomentando también habilidades blandas, responsabilidad y ética laboral, con el objetivo de que los jóvenes se inserten con solidez en un entorno laboral competitivo y demandante. En el caso de SENATI, la Formación Dual, que consiste en combinar la teoría con la práctica profesional en destacadas empresas aliadas, acelera la inserción laboral y potencia el desarrollo de habilidades blandas como el liderazgo y el trabajo en equipo.
El crecimiento económico que proyecta el Perú no es suficiente para combatir el incremento de jóvenes desempleados y sin estudios. De ahí la urgencia de impulsar políticas que generen mayor dinamismo económico, con énfasis en la inclusión juvenil. Para atender este enorme desafío como país, es necesario implementar medidas claves:
En definitiva, para reducir el número de “ninis” se requiere un esfuerzo coordinado entre el Estado, las instituciones formativas y el sector privado. Este abordaje integral permitiría no solo ofrecer mejores oportunidades a la población juvenil, sino también impulsar una economía más productiva y equitativa.
Mayoría femenina:
60.7% de los “ninis” son mujeres.
Rango etario crítico:
Predominan los jóvenes de 25 a 29 años, seguido por el grupo de 15 a 19.
Nivel educativo:
67.7% tiene como máximo grado de estudios la secundaria completa.
Fuente: Red de Observatorios Socioeconómicos Laborales (OSEL)